Thich Nhat Hanh
Un niño no paraba de tener pesadillas de un monstruo que le perseguía. Era grande y aunque corría rápido el monstruo siempre estaba pegado a sus talones. La pesadilla era tan aterradora que le daba miedo irse a dormir. Una noche su madre le dijo:
"Si el monstruo aparece en tu sueño en lugar de correr date la vuelta y mira qué aspecto tiene y entonces podrás contarme como es ".
Temprano por la mañaña el niño le contó a su madre que se había girado para mirar al monstruo y ... ¡No era real!.
Era el grandullón malvado de unos de sus videos juegos, y cuando le miró a la cara desapareció.
Quizás pensemos que plantarle cara a un monstruo imaginario y verlo desaparecer es lógico. Pero ¿ qué ocurre con los peligros reales?
Así sea real o imaginario abrirnos a la experiencia del miedo nos permite vivir por encima de la línea, que significa «aquello de la que somos conscientes» y aprovechar nuestros recursos internos.
La experiencia nos exige razonamiento, valentía y compasión. Huir, solo aumentaría la sensación de miedo e indefensión.
Con la práctica descubriremos que cuando dejamos de rechazar el miedo, los demonios desaparecen. Tal vez el miedo persista en nuestra vida, pero estaremos conectad@s a un mayor estado de presencia y autocompasión.