Práctica de la bondad
Continuidad en la práctica del perdón
Busca momentos para agradecer a alguien, cuya ayuda o apoyo hacia ti, en determinada experiencia, haya pasado desapercibido. Notando después que ha surgido en ti.
Lleva la intención de reconocer con los ojos del corazón a las personas que comparten tu vida, contemplando el hecho de que «tal como yo esta persona desea ser feliz y estar libre de sufrimiento» y que «tal como yo desea ser amada y apreciada».
Lee la siguiente historia
El barquero
Un hombre iba navegando en su barca. El día había amanecido claro y soleado, pero al cabo de un rato cayó una densa niebla. El hombre decidió regresar al embarcadero y de pronto observó la silueta de otra barca que avanzaba hacia a él.
_ ¡ Mantenga la distancia ! _ gritó el barquero, por miedo a una posible coalición.
Pero la otra barca seguía aproximándose. El barquero empleó toda su destreza en cambiar rápidamente la dirección de su barca para dejar más espacio aún a la otra. Al ver que esta también viraba y que ahora avanzaba directamente hacia él, se enojó de verdad.
_ ¡ Fuera de mi camino ! _ gritó de nuevo, pero la otra barca no dejó de acercarse, hasta que chocó con la del barquero.
El hombre estaba enfurecido. Le gritó :
_ ¡ Idiota ! ¿ Qué demonios estabas haciendo?
El hombre estaba fuera de sí y no dejaba de soltar improperios, hasta que la niebla empezó a levantar y se dio cuenta de que la otra barca estaba vacía: abandonada y llevada por la corriente. El barquero se quedó perplejo: ¿A quién le había estado gritando ? ¿Era posible proyectar su ira a un barca vacía?. Sin nadie a quien culpar, era imposible mantener la rumiación mental que alimentaba su ira.
Trayendo esta historia a nuestra vida nos preguntamos: ¿Nos enfadamos con barcas vacías?. Si es así, ¿de dónde viene esa ira? ¿a dónde se dirige?.